Hoy tenemos otra entrada sobre viajes, esta vez no es una ciudad polaca, sino que nos vamos hasta la capital de Noruega, visitamos la ciudad mas grande del pais escandinavo. Veamos que se puede recomendar que ver a orillas de este fiordo
Una de las escasas ventajas de vivir exiliado en Polonia fue la posibilidad de poder viajar en vuelo directo a Oslo, una ciudad que siempre quise visitar y no se podía desaprovechar la ocasión, así que nos cogimos el petate y nos fuimos hasta Noruega. Tras agradable vuelo de solo una hora y media en Ryanair hasta Rygge, y viaje en autobús hasta la estación de tren de Oslo, se dio una pequeña vuelta por la ciudad y allí ya se pudo comprobar que el coste de vida de los noruegos.
Para el día siguiente empezamos la visita a la ciudad temprano, visitando la Catedral de Sant Olav, una catedral de estilo neogotico que esta construido en ladrillo rojo y que estaba consagrada a la fe católica. Para ser una catedral es pequeña pero esta construida en el siglo XIX, y fue elevado a categoría de catedral a mediados del XX Siguiendo a calle nos encontramos con otro templo, en este caso la Iglesia de la Trinidad, también bastante guapo.
Y de hay, pues andamos por Karl Johan Gate, la calle principal de la ciudad, y que mientras a nuestra izquierda dejamos el parlamento y un parque, y a la derecha numerosas tiendas y restaurantes, llegamos a la zona donde esta el Palacio de la Opera y la Universidad de Oslo. Desde allí, podemos ya ver con claridad como al final de la calle, en la colina que tenemos enfrente vemos el Palacio Real. La curiosidad de esta calle es que en invierno no tiene nieve, ya que tiene un sistema de calefacción subterraneo que hace que no tenga el manto blanco
El palacio real es un bonito edificio construido tras la separación de Noruega de Suecia, allí se puede ver a la guardia real, de uniforme negro, con un sombrero con penacho negro, que llama la atención ya que no es un adorno muy común en las guardias reales. No solo podemos pasear por los jardines reales sin problema, sino que podemos ver los cambios de guardia. También tenemos una vista de la ciudad bastante bonita
Volviendo a la ciudad, nos dirigimos al Ayuntamiento de Oslo, el famoso edificio de diseño claramente nórdico, funcional y poco mas. El edificio así no es lo típico que nosotros por ayuntamiento, un edificio que es al menos del siglo XIX, De ladrillo rojo, se puede entrar a verlo y tiene frescos de los principales artistas noruegos que vivían cuando se inauguro. Por la parte de fuera tenemos una serie de estatuas con los oficios mas tradicionales de la ciudad, así como una serie de adornos de la historia de la ciudad y de su santo patrón, San Hallvard, el cual es patrón de la ciudad porque defendió a una mujer de tres personas que la acusaban de robo, como el santo la defendió y la llevaba en su barco, los tres personajes furiosos decidieron matarlos a ambos, con tres flechas. Como el futuro patrón era una persona de alta alcurnia, le ataron una rueda de molino para que al arrojarlo en el mar, nunca se encontrara el cadáver. Pero el cuerpo apareció, y con ayuda de ramas secas sacaron el cuerpo del mar y lo enterraron. Las ramas mas tarde germinaron, lo que se entendió como un milagro. El escudo de la ciudad aparece el santo, con una mano sosteniendo la rueda de molino, en otra las flechas con la que le mataron, sentado sobre una silla de decoración nórdica, con las cabezas de animales. A sus pies esta una mujer desnuda que representa a la mujer que intento salvar.
Y justo al lado, cruzando la calle, tenemos el Puerto de Oslo, el Aker Brygge nos permite un agradable paseo a orillas del mar, oler el salitre es agradable cuando se vive toda la vida al lado de la mar y te tienes que ir a vivir a una ciudad que esta a 500 kilómetros de la costa. Caminando por los diques podemos ver locales para salir y barcos de gente pudiente. También es el lugar de donde salen todos los ferrys que nos llevan a las islas o a los museos. Tal vez lo mas llamativo del pequeño paseo es la estatua del buceador, totalmente plateada.
Dejando el puerto, justo al lado, esta la Fortaleza de Akershus, la antigua defensa de la ciudad. Hoy en día es un museo, y se puede visitar y caminar por sus muros, se puede ver como hay unas reproducciones de cañones colocados en los lugares donde estaban originalmente. Lo mas curioso es que esta fortaleza estaba en una isla, y digo estaba porque parece ser que Oslo sigue creciendo hacia el mar, por lo que esta isla, ahora esta conectada al continente por un buen trozo de tierra, tal como se puede ver en los mapas.
Patio de armas de la fortaleza
Caminando por las calles de Oslo, haciendo un poco de improvisación, se pudo encontrar una curiosa estatua, la de una chica con auriculares, y que no se pudo uno resistir a hacerle una foto. En la placa, parece que traía en noruego un retrato de nuestro tiempo. Curiosamente no le falta ni el móvil
Tras un pequeño descanso, para acabar el día nos fuimos al Parque de Esculturas de Vigeland, atravesando por los jardines reales, donde pudimos ver un cambio de guardia, se dio un buen paseo por Oslo, hasta llegar al parque del escultor noruego que tiene muchas de sus esculturas aquí, y donde se puede ver no solo el famoso monolito que seguro habréis visto en fotos muchas, una escultura que parece una manifestación en contra de paternidad y el bebe llorón, una estatua que tiene una expresividad acojonante. Merece la pena ir y ver el parque
Y lo bueno de tener guías locales es descubrir sitios que no verías de ir solo, y es que desde ese parque nos fuimos a Mathallen, un mercado de abastos convertido en un un centro donde podemos tomar algo, bastante interesante y donde se puede ver que hasta para comer algo español necesitas dejarte una buena cantidad de coronas. La cerveza mereció la pena el precio, la hacen muy rica en Noruega, lastima del precio, aun así, merece la pena echarle un ojo a este lugar de la ciudad.
Y con esto se acabo el primer día, para el segundo había que coger fuerzas para la visita de los museos, tras montarnos en el ferry, ver algo del fiordo mientras navegamos hacia nuestra parada, hay que ir haciéndose a la idea de que el día iba a ser largo pero interesante. La primera para fue el museo del Folklore del pueblo noruego, donde se pueden ver casas y recreaciones de las casas típicas de Noruega, pero la estrella del museo es sin duda alguna la iglesia de madera de Gol, una iglesia construida hacia el año 1200, y que se trata de una de las pocas iglesias de madera que quedan en el país, la iglesia fue traslada en 1884 y 1885 a los terrenos donde esta actualmente, lo curioso del caso es que la iglesia, administrada por el museo, pertenece al monarca noruego. La iglesia es una maravilla, tiene detalles de paganeria vikinga, mezclados con detalles cristianos. Una maravilla.
La segunda parada fue el museo vikingo, se trata de un edificio donde tenemos tres barcos vikingos que fueron encontrados en enterramientos funerarios. Dos de los barcos están en un buen estado, pero otro esta ya en peores condiciones. Hay que decir que el museo se tarda mas en intentar apartar a la gente para hacer fotos que en verlo. Aun así, no queda otra que fascinarse como esa gente era capaz de navegar no solo por las costas europeas, sino que fueran capaces de hacer viajes transoceanicos, y por el norte del Atlántico. Los barcos son una maravilla, lastima que este tan lleno de gente, que muchas veces te estropean la foto
Y tras caminar un poco, llegamos a al museo del Kon Tiki, si con los vikingos nos podíamos quedar fascinados por los viajes que hicieron, este museo narra la teoría del explorador Thor Heyerdhal, donde con una balsa, saliendo desde las islas galápagos, demostró que los indígenas americanos llegaron a la polinesia, una hazaña que cambio varias teorías sobre la historia de estas islas. Es fascinante ver como con una simple balsa, cruzaron todo un señor océano Pacifico.
Cuarta parada, el museo Marítimo Noruego, donde podemos ver una exposición sobre la vida marítima noruega con el mar, se pueden ver distintas embarcaciones, como era la vida de los marineros, museo que se ve rápido, y si te gusta el mar, es interesante perder unos minutos con el.
El museo y sus vistas, orientado al mar si o si
Y la ultima parada, tal vez el mas espectacular de todos, es el FRAM, este museo donde esta el barco de mismo nombre, famoso por ser el primer barco en estar en los dos polos. El Fram, en su primera experiencia polar, en el Ártico, se dejo varado atrapado por los hielos para demostrar que los hielos del Ártico en realidad se movían también, ya que no era un continente. El barco es una obra de ingeniería que requería un barco con unas características especiales para que el casco no se quebrara bajo la presión del hielo. La expedición fue un éxito, y mas tarde, el barco participo en la expedición al Antártico, donde Amudsen, en carrera con Scott buscaba ser la primera persona que llegara al Polo Sur. No solo podemos ver como se logro este objetivo, sino que podemos visitar el barco en su interior, un lujo. Aparte también podemos mas expediciones dedicadas al polo norte y a la exploración de Groenlandia.
Tras acabar con los museos, pues nos relajamos un poco caminando por una de las islas que tiene el fiordo de Oslo, Hovedoya. En esta isla tenemos los restos de un monasterio, uno de los primeros de Noruega, y podemos relajarnos mirando el paisaje en una pequeña playita de la isla. Ideal para pasar una tarde, tirado en un prao, con los amigos y una barbacoa, es un cachito ideal para relajarse del ambiente de la ciudad, a tan solo unos minutos de la civilización.
Tras estar en la isla un rato, un ferry nos lleva por todas las otras islas, una forma ideal para ver sin posarse del barco, el resto de la islas, y dar una pequeña vuelta al fiordo. Una excelente forma de acabar un día largo e intenso
El día siguiente empezamos con un viaje en metro, con destino a Volsenkollen, desde que salimos de la ciudad, mas que metro es prácticamente un tren de montaña, un interesante paseo con unas vistas increíbles. El objetivo de la parada era ver las vistas desde el mirador de Kragstotten, no os voy a engañar, esta algo lejos, hay que caminar unos 20 minutos por una carretera, y allí tenemos unas vistas de la parte oeste del fiordo, y podemos contemplar la estatua de Hans Hagerp Krag, impulsor del sistema moderno de carreteras que tiene Noruega. Las vistas son muy buenas
Desde allí vuelta al metro, pero nos detenemos en Holmenkollen, donde después de sudar un poco por la cuesta, llegamos al Museo del Ski, y a la pista de saltos de Ski, que es fascinante aunque no este con nieve, hay que tenerlos cuadraos para hacer esos saltos. El museo es bastante interesante, nos enseña la historia del ski, y alguna cosa curiosa sobre ellos, bastante interesante y muy bien montado, con hasta skies de deportistas olímpicos noruegos. Aunque la guinda del museo es la parte superior de la rampa de salto, para los mas valientes, por 100 coronas si no me acuerdo mal, podéis saltar en tirolina por la rampa de salto. Como uno no es valiente para estas cosas, decidió subir al piso superior y disfrutar de las vistas de la ciudad que nos otorga esta rampa.
Y tras dejar atrás el museo del Ski, nos volvemos a la ciudad, el destino era el Museo de Munch, visita algo insípida, ya que el atractivo del museo era una exposición conjunta del artista noruego y Van Gogh, el problema es que los cuadros del holandés ya los había visto en Amsterdam, aun así, ver el grito, mereció la pena, un cuadro que no me lo esperaba así en la realidad, pero aun así, el cuadro es algo magnifico, aun mas, en directo
Siguiente parada, el Museo del Reptil, un pequeño espacio donde vemos reptiles e insectos, y algún mono que el cabrón sabe que se le quiere sacar foto y no para quieto, pero aun así son fascinantes, curiosos, raros, pero merece la pena. Mención especial el cocodrilo y sobretodo el gekko, totalmente clavado en una pared totalmente lisa, parecía que el tío, o tía si es hembra, cuando le haces la foto, que has puesto la cámara así para que parezca que esta en la pared cuando en realidad esta en el suelo.
Como ultima parada, una visita a la catarata de Molla, un salto natural de agua que esta en medio de la ciudad, es un pequeño trozo mas propio de las montañas que de una ciudad que esta al lado del mar. interesante ver que al lado hay una cafetería, y que debe ser bueno relajarse con el sonido del agua cayendo mientras se toma uno una cerveza
Para lo ultimo, en el camino a la estacion central para ir al aeropuerto, parada en una de las cosas curiosas de esta ciudad, y es la estatua del tigre, animal que no es muy tipico por estos lares del mundo pero la estatua merece la pena verla
Y ya no hubo tiempo para mas, días intensos, bien aprovechados en Oslo, una ciudad que siempre estuvo en mis preferencias, y que no se podía dejar la oportunidad de visitarla. Recomendable, con mucho que ver aunque a primera vista parezca que no hay mucho.